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el periodico de saltillo
Abril 2015
Edición No. 314


Comunicación Súper-conductiva...


Por: Guillermo Aguirre Farías.


La Súper-conductividad es la capacidad que tienen ciertos materiales (A muy bajas temperaturas) de no ofrecer ninguna resistencia al paso de una corriente eléctrica.

David Bohm, (uno de los grandes físicos del siglo XX) fue un científico que contribuyó mucho al avance de la física, pero también al de la comunicación humana. Sus estudios lo llevaron a explorar la naturaleza misma de la comunicación, sumergiéndose profundamente en la naturaleza del pensamiento. Este físico utilizaba una interesante analogía entre la Comunicación y la Súper-conductividad. Decía que, cuando las personas se reúnen a resolver un problema (discutir ideas, o tomar alguna decisión) tienden a operar como "electrones". Así, sus uniones son inestables, chocan unas con otras, crean mutuas fricciones y esto las lleva a crear mucha "resistencia"... que impide la libre circulación de la comunicación!
D. Bohm

Esta analogía se hace muy evidente cuando presenciamos discusiones "acaloradas", donde las fricciones en los intercambios de opiniones obstaculizan la comunicación. Así como la resistencia en un circuito eléctrico hace que el flujo de corriente genere calor (energía desperdiciada), la comunicación en un grupo también disipa energía. Según Bohm, para que la comunicación pueda fluir libremente, las personas...

...debemos trabajar en un estado de "Superconductividad humana" y aprender a no ofrecer resistencia.

Aprendamos... de los Súper-electrones

Los electrones de un material superconductor se ordenan y no chocan entre sí. De esta forma evitan entrar en fricción y no crean resistencia. Para entender esto, imagine que usted va caminando por un sendero que presenta obstáculos a su paso: grandes pedruscos, agujeros, etc. Le cuesta trabajo avanzar, pues cae al tropezar con los diversos obstáculos, o bien los tiene que rodear. Existe una resistencia a su avance (que resulta lento y penoso) y usted gasta tanta energía, como obstáculos tenga que superar. Ahora suponga que no camina solo, sino en pareja. Así, cuando uno de los dos sea frenado por un obstáculo, el otro le ayudará a reanudar su marcha. Así, brazo con brazo, será más fácil y rápido sortear todos los obstáculos del camino.

Claro que puede darse el caso en que ambos caigan, víctimas de sendos obstáculos. Pero suponga entonces que, en lugar de avanzar en pareja lo hace en tercetos, en cuartetos, en quintetos, etc. Será aún más difícil que estos grupos sean detenidos en su camino! ...porque tendrían que caer todos simultáneamente, víctimas de los obstáculos. Como consecuencia, al trasladarse "brazo con brazo" el grupo disminuye la resistencia a su avance.

Los "súper-electrones" (los electrones de un material superconductivo) son electrones unidos entre sí "brazo con brazo" en grandes conjuntos, de manera que no pueden ser dispersados por nada y que no encuentran resistencia a su paso.

Para que una comunicación sea "superconductiva", debe existir un libre flujo de significados. Las personas sólo logran avanzar juntas hacia un determinado resultado, si cuentan con un significado común, para lo cual -previamente- deben haber permitido un libre intercambio de opiniones.

Sin embargo, en nuestras comunicaciones creamos constantemente puntos de resistencia, que interfieren el flujo de significados (como cuando buscamos imponer nuestras creencias, proteger nuestros espacios de poder y aferrarnos a nuestras posiciones). Todo esto aumenta la fricción y contribuye a la fragmentación del grupo. Los enfrentamientos, los malos entendidos y los juicios recíprocos son barreras que obstaculizan la Comunicación.

Pero... ¿cuál es la barrera más grande, que impide la Súper-conductividad de nuestras comunicaciones?

El principal obstáculo al libre flujo de significados es nuestra manera de pensar: La mayoría de nosotros no ha desarrollado una conciencia que nos permita pensar integralmente, sino fragmentariamente. Esto hace que, en lugar de buscar un significado compartido, defendemos nuestra "parte". Así, defendemos nuestra visión, en lugar de reconocer la "falta de sentido" que existe en la visión conjunta: lo separados que estamos, y los problemas colectivos que enfrentamos.

La mayor parte de los problemas que observamos en las familias, los equipos de trabajo, o las grandes empresas (y la incapacidad para resolverlos), se deben a que pensamos individualmente, y no colectivamente. La fragmentación, la polarización y el aislamiento que resultan de ello, nos impiden relacionarnos productivamente.

Según Bohm, la mayor parte del pensamiento tiene origen colectivo. Cada individuo hace algo con él, pero el origen es fundamentalmente colectivo. El lenguaje, por ejemplo, es totalmente colectivo, y -sin lenguaje- el pensamiento tal como lo conocemos no existiría. Si el pensar colectivo es un arroyo continuo, dice Bohm, los "pensamientos" son como hojas flotando en las aguas que lamen las orillas.
"Recogemos las hojas y creemos erróneamente que son nuestras, porque no atinamos a ver el arroyo de pensar colectivo que las arrastra..."
-David Bohm-

En el diálogo, la gente comienza a ver el arroyo que fluye entre las orillas. Comienza a participar en esta reserva de significado común, que es capaz de constante desarrollo y cambio. Resolver los problemas que hoy nos acucian requiere que coordinemos acciones y colaboremos unos con otros. Recién cuando nuestros diálogos permitan el permanente flujo y evolución de los significados, podremos concebir nuevas acciones y encontrar nuevas soluciones. Para eso...

.. Primero debemos aprender a pensar colectivamente, para lo cual necesitamos eliminar nuestras resistencias y transformarnos en "superconductores" de la Comunicación.

 
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